Masajes

Proporcionan numerosos beneficios a los lactantes: por supuesto emocionales, pero también neurológicos (contribuyen a la maduración de las células nerviosas) e, incluso, intelectuales (se vuelven niños más receptivos a los estímulos exteriores). Además mejoran la circulación, favorecen el ritmo cardíaco y respiratorio, facilitan la actividad intestinal, aumentan las defensas del organismo (increíble, pero ¡cierto!), les transmiten seguridad, les ayudan a dormir y, sobre todo, les relaja. Los papás son los mejores masajistas, nadie conoce a su bebé mejor que ellos. Sólo tienen que aprenden a observarlos y escucharlos. Además, cuanto más los toquen, más expertos se volverán.
Fundamentos
Existen algunas normas que se deben respetar, como no empezar una sesión si el niño tiene hambre o acaba de comer (mejor entre toma y toma). También conviene que se muestre activo (despierto).
Por otra parte, cada etapa tiene sus necesidades, por lo que se irán adaptando los movimientos del masaje a ellas.
Los padres deben de tranquilizarse y estar en un ambiente cálido y adecuado para realizar el masaje.
Utilizarán aceites naturales.